La Radio

domingo, 15 de enero de 2012

Hoy, como cualquier otro día, celebramos y/o conmemoramos el día del maestro. Aunque no me considero uno de ellos, por razones filosóficas. Hoy 15 de enero del 2012, encuentro un momento de mi ajetreada vida, para escribir algunas palabras. Maestro: Jesús, Ghandi, Calcuta, Juan Pablo II (Wojtyła), entre muchos otro, cientos. Una en especial, Tarsicia Chávez de Pérez, mi madre, una verdadera maestra, en la escuela como en su hogar. Fuiste, eres y seguirás siendo mi mejor maestra. Gracias por existir. Y tú, padre amado (DIOS), gracias por darme la oportunidad de ser su hijo, con tu venia. Hoy, tengo el honor de ser uno de ellos, de los que día a día, deja a su familia para enseñar; deja su preparación para dársela a otros; deja su comodidad para amalgamar con el burgo inocente de los que no tienen conocimientos, para iluminar con su luz ese oscuro túnel; deja su propia felicidad, para regalar alegría pedagógica a miles de seres, que un día, al igual que nosotros, llegaron a las puertas de nuestras aulas, sedientos de intuiciones, de ideas, de ilusiones, y allí, encontraron y encontrarán, a nosotros los educadores. Hoy tengo el orgullo de decir, soy un docente, no un maestro, porque la humildad que llevo por dentro, enseñanza de mi padre (Pablo Pérez) y por los ápices de conocimientos que poseo, no me merezco que me digan “MAESTRO”, cito a Sócrates “sólo sé que no se nada”. Pero si garantizo, que en honor a todos mis maestros de primaria, mis profesores de secundaria y diversificada y la multitudinaria población de educadores de mis universidades en donde he cursado estudio, buscaré superarme, hasta convertirme en un Maestro, obvio, si eso es lo que el Gran Arquitecto del Universo, tiene destinado para mí. Y a ustedes, mis alumnos, cuenten con un humilde servidor de la educación, son ustedes mi inspiración, sin ustedes, sería una miga de paja en el desierto. Felicito a todos mis colegas del universo, en nuestras manos está el futuro de nuestro planeta, tomemos conciencia de eso. Es el momento de revertir el daño que los inescrupulosos nos han hecho, manos a la obra. Y a ustedes, mis estudiantes de educación, mis muchachos, todos, disculpen lo malo, regular o bueno que he podido ser, de cada caso, tomen lo necesario para que su preparación sea óptima, prepárense y superen al maestro, solo así habrá desarrollo. No sean igual que yo, sean mejores. Yo, sólo soy un instrumento del todopoderoso para ayudar a su desarrollo pedagógico. Pido a mi señor padre la bendición para ustedes y el permiso, para seguir llevando el bastión de un educador a sus discípulos. DIOS os cuide a todos los educadores y a los educando. Néstor Rafael Pérez Chávez.